11 Venía otra tormenta



Voz: Marosa Di Giorgio
Música: "Frida" Banda Sonora - Introducción (Elliot Goldenthal)


Venía otra tormenta...

Venía otra tormenta...después de todo
no iba a ser gran cosa, era una nube negra
por el aire y por la tierra
con la boca redonda en el centro
rodeada de grandes dientes
picudos y plateados
se oía a un tremendo rugido y un rumor de campanitas.

La gallina gris parda corríó por la sombra
y quedó inmóvil bajo la luz de plata
y quedó diáfana de organdí
en su falda, en su vientre
se le transparentaron muchos huevos,
celestes, rosados y amarillos,
pero en tonos delicadísimos.

Tal cuando la hortensia da en la misma planta
hortensias rosadas y celestes.
Como pudo la gallina partió de la luz
ya parda y gris, comadreja casi.
Huía terriblemente aterrorizada
de volver a quedar en el punto de luz de la tormenta.

10 Cuando fui de visita al altar...



Voz: Marosa Di Giorgio
Música: “Ode to my family” - The Cranberries / “Tal vez” - Omara Portuondo y María Bethânia


Cuando fui de visita al altar, usé vestido de organdí celeste, más largo que yo, por donde a ratos, sobresalía un pie de oro, tan labrado y repujado desde el seno mismo de mi madre.

Mi pelo también era de organza celeste, más largo que el vestido, pero podía pasar al rosa y aún al pálido topacio.

Desde que llegué, las habitantes se pusieron a rezar y así empezó la novena… la novena empezó así.

Los picaflores colibríes atravesaban las oraciones, entraban a ellas y salían. Su fugaz presencia producía primero desasosiego para dar después otra destreza e intensidad a la sagrada murmuración.

Algunos seres estuvieron de visita afuera y por un segundo. Vino la vaca de cara triste, el conejo, la nieve y una mosca.

Mientras estuve, las habitantes rezaron apasionadamente mirando sin cesar mi velo, mi pelo, que en pocos segundos iba del azul al rosa y aún al rubí pálido, con absoluta naturalidad.

9 Había tres gatos...

Voz: Marosa Di Giorgio
Música: "Worthless" por Dido y "Dulzura distante" (Fernando Cabrera) por Ana Prada


Había tres gatos...

Había tres gatos que no eran silvestres ni caseros.
Vivían en la bodega.
La bodega estaba lejos de la casa.

Yo iba hasta allá cuando las amas andaban cortando ajíes, que son de tul verde con el coágulo rojo dentro.
La amatista… brilla la pata de turquesa de que penden.

De esos gatos se dijo que comían mariposas y algo más absurdo se dijo… que comían moras.
Pero yo nunca lo comprobé.

Estos gatos eran llamados los indios.
Al verme, cada uno trepaba a un árbol y me miraba.
Así yo era observada desde tres lugares diversos.

Un día, uno de los gatos tuvo para mí intenciones sexuales y yo huí a través de los ajíes de encaje y él volaba y caía a mis pies y volvía a volar y a caer a mis pies.

Me siguió en la larga caminata demostrando a cada instante su poder supremo e inútil...

8 Para cazar insectos y aderezarlos...

Voz: Marosa Di Giorgio
Música: Buena vida (frag.) por Eduardo Darnauchans


Para cazar insectos y aderezarlos, mi abuela era especial, les mantenía la vida por mayor deleite y mayor asombro de los clientes o convidados.

A la noche íbamos a las mesitas del jardín con platitos y saleros, en torno estaban los rosales, las rosas únicas, inmóviles y nevadas.

Se oía el rum rum de los insectos debidamente atados y mareados, los clientes llegaban como escondiéndose, algunos pedían luciérnagas, que era lo más caro, ay! aquellas luces, otros mariposas gruesas color crema con una hoja de menta y un minúsculo caracolillo.

… Y recuerdo cuando servimos aquella gran mariposa negra, que parecía de terciopelo, que parecía una mujer.